Crecer Duele
2023 fue un año divertido, romántico, doloroso, de crecimiento, madurez y aceptación de la vida y sus circunstancias; mismas que me llevaron a tomar decisiones complejas, no deseadas, pero que finalmente me dejan tranquilo. Esa tranquilidad que te da el saber que diste todo de ti en un proyecto y al darte cuenta de que a pesar de ello, ese proyecto deseado no podía ser, pudiste cerrarlo de la mejor manera posible (no sé si fue la idónea, pero sé que fue la mejor posible de acuerdo al momento y las circunstancias que rodearon la conclusión del mismo).
2023 trajo consigo la pérdida repentina de un amigo, protector y segundo padre; Dios decidió llevárselo en un instante y aunque estoy convencido de que ya descansa a su lado, su partida representa una ausencia terrenal que jamás podré volver a llenar y deberé aprender a vivir con esa cicatriz, hasta que nos encontremos de nuevo en la Vida Eterna. Me quedo con sus recuerdos, amistad, enseñanzas y su fe en mí para poder forjarme una buena vida en todos los aspectos.
El año que terminó hace unos días, trajo muchísimos momentos románticos y llenos de un amor verdadero, mismos que llevaré en mi corazón y en mi memoria siempre, con agradecimiento a la mujer que me los regaló. Siempre la recordaré con amor y eterno agradecimiento por el tiempo que nuestras líneas de vida se cruzaron y caminaron juntas.
Nuestros distintos proyectos de vida y el respeto a los mismos, nos llevaron a aceptar que lo mejor para ambos era separar nuestros caminos, luego de dos años de inolvidables y felices vivencias. Hubo dolor, llanto y decepción, pero por lo menos de mi parte, queda la tranquilidad de haber puesto todo lo mejor de mí en un proyecto, que finalmente, Dios quiso que concluyera antes de lo que yo hubiese querido.
Pero ni nuestros tiempos, ni nuestros planes son los de Él, por lo que, no queda más remedio que seguir en espera de lo que Él tiene planeado para mí. Y cuando eso suceda, como ya me ha ocurrido a lo largo de mi vida, entonces diré desde el fondo de mi corazón: “Ahora entiendo todo”.
Siempre recordaré a esa mujer con cariño, amor, agradecimiento y le desearé toda la felicidad del mundo, porque es una gran mujer y las cosas buenas que trajo a mi vida, ahí quedan y quedarán en mi corazón siempre. Será muy afortunado el hombre que haga una vida a su lado.
Crecer duele, madurar duele más y saber cerrar ciclos que no quisieras tener que cerrar, puede costarte sangre, sudor y lágrimas; pero tener a Dios en tu vida y dejándolo actuar, vuelve todo lo anterior, más llevadero y tranquilo.
Y si finalmente aceptas con amor, agradecimiento y deseándole lo mejor siempre, a las personas que concluyen sus ciclos de vida a tu lado; logras entonces que lleguen cosas nuevas y más adecuadas para la vida de cada quien, aunque su camino ya no sea a tu lado y viceversa.
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